CUATRO DÍAS SIN PORQUÉ, de Angelus Silesius

 
 

“En la experiencia de los límites últimos del lenguaje concurren el poeta y el místico. Establecidos ambos en esos límites, no hay, por lo que respecta a la naturaleza y operación de la palabra poética se refiere, diferencias discernibles entre uno y otro” dejó escrito José Ángel Valente en su Ensayo sobre Miguel de Molinos, y resulta ésta una afirmación particularmente cierta en el caso de Angelus Silesius (1624-1677), poeta, teólogo y médico alemán del siglo XVII autor de los epigramas místicos más contenidos y espiritualmente espectaculares de todo el Barroco (quizás su obra más conocida en castellano sea El peregrino Querúbico, libro escrito en un rapto divino ininterrumpido de cuatro días), y los cuales recogen toda la tradición de la vía mística unitiva de anteriores poetas audazmente espirituales que va desde Lao-Tse, Porfirio, Prudencio, Caedmon, Li Bai, Ibn Arabí, Rumi, Kabir, Gonzalo de Berceo, Dôgen, el Maestro Eckhart Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, y el cual, con su obra breve e infinita influye en geniales posteriores de raigambre mística como John Milton, Friedrich Hölderlin, Emily Dickinson, Rilke, Soloviev y por ahí coto seguido conformando esa rica tradición de lo que Aldous Huxley denominó con acierto “la filosofía perenne”.

Se traduce de nuevo ahora este libro con el nuevo título de Cuatro días sin porqué por parte de la catedrática Pilar Carrera, que es autora de la edición, la traducción y el prólogo, al cuidado de la Editorial Eolas que la saca en su Colección Leteo. 

¿Por qué ese título? Porque con gran acierto la traductora y editora quiere despojarnos el texto y la figura del autor, luterano en principio y luego converso al catolicismo, de cualquier apropiación eclesial o doctrinal para situarlo en la gran estela de los espiritualistas místicos de todo tiempo y todo lugar cuyo fulgor místico es tan elevado que no lo alcanzamos, pero el cual nos humaniza por completo al tiempo que nos reconecta con la fuente del ser. Ya lo dijo Octavio Paz en El arco y la lira: “Si lo sagrado es un mundo aparte, ¿cómo podemos penetrarlo? Mediante lo que Kierkegaard llama 'el salto' y nosotros, a la española, 'el salto mortal'. La experiencia mística constituye por tanto una de las vivencias más radicales en el hombre, dado que involucra un fenómeno de aproximación a ”otra realidad“ mediante un salto. Este salto mortal implica una renuncia al mundo objetivo para introducirnos en esa otra orilla que es lo sagrado: un lugar ajeno a la muerte y a la vida en donde se es como agua corriendo incesantemente”…

He aquí un poemario místico epigramático de un alma selecta cuya elevada poesía procede por decantación…

¡Un libro excepcional!

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