AMADA CARLOTA, de Marta Robles
El misterioso caso de la niña perdida. El hotel Amada Carlota que de tan literario es aún más misterioso. La localización en la Asturias de interior, cerca de Picos de Europa, que le da a este libro textura fronteriza de novela negra nórdica, a juego con lo fronterizo del resto de las localizaciones espaciales y temporales de esta historia. El detective Tony Roures que es uno de esos tipos duros y muy masculinos a los que aun así se les nota que tienen alma de mujer honorífica. El combate inmoral pero secreto del gen rojo de las madres republicanas por parte de Vallejo-Nájera y los servicios psiquiátricos de la dictadura. Los locos años 80 con la contramovida de la heroína. Viejos delitos y pecados nunca aireados a pesar de que el dolor no prescribe ni en el alma ni en las novelas, o la evidencia de que el pasado que condiciona el presente siempre vuelve. La vida secreta. Las mujeres de esta novela que son en sí mismas un tratado de relegación compensada con esa perseverante lucha que conduce a la superación; a la reinvención…
¡Y Carlota, que es un personaje acojonante por su compendio de fortaleza y de vulnerabilidad, y porque ejerce como nadie la rebeldía que supone tener secretos inconfesables, y llevar eso sin complejos!
Año 1985: Una adolescente con 16 años de edad en un coche de lujo con chófer. Una clínica clandestina de maternidad en Asturias. Una monja severa. Un médico nada empático. El parto natural de un bebe, una niña, y una matrona que retira a esa niña para siempre de los brazos de su madre para corregir el pecado, el error y el estigma…
Año 2018. Tony Roures, excorresponsal de guerra cínico y descreído pero audaz, malasañero, culto y comprensivo, tiene una relación con una jueza bella y fatal, respetada y eficaz aunque en la intimidad gustosa de pisar muchos charcos (así es Carlota Aguado). Pero la relación está en horas bajas (él acaba de ver un video donde ella le engaña con otra mujer). Roures espera la llamada de Carlota, una mujer de fuego que le ha quemado. Pero Carlota al fin no llama para justificarse, sino para hablarle de un asunto de mesmerismo (sesiones de sanación de afecciones nerviosas de muchachas con imanes y masajes en la zona pélvica) en la universidad, lo cual, a las claras y sin tecnicismos culturalistas, viene a ser un caso de abusos sexuales a alumnas en los tiempos del #MeToo. Y asimismo ella llama para solicitarle que investigue un caso turbio sobre bebés robados y secretos familiares, por parte de una familia franquista de alta alcurnia de esas que parecen perfectas de puertas para afuera, pero dentro son la Familia Monster…
¿Qué tiene todo eso que ver con la brillante y fuerte pero también rota Carlota Aguado?
¿El supremacismo ideológico, de género, de raza y de clase era algo más propio del franquismo pero en los democráticos y divertidos años 80 se abolió de golpe y porrazo y desde luego en la actualidad ya no existe, o a veces hace falta una novela para ponerlos la realidad ignorada negro sobre blanco?
Hubo robo de bebés durante la dictadura franquista, sí, pero, ¿durante la democracia se siguieron produciendo?
La cuarta novela de la saga del detective Roures
Con un estilo elegante, unos diálogos creíbles y una prosa cristalina y de mucho galope, aunque salpimentada de sutilezas culturalistas (un culturalismo pop que tanto puede citar de pasada las novelas de Dickens y Charlotte Brönte como la pintura de Velázquez y el cine de Summers; tanto al rey Carlos VI de Francia como al grupo de rock McEnroe o a Nuño de la Rosa y David Bowie, a Ramón de Campoamor o a Corto Maltés) y de gran finura psicológica (todo está aderezado con frases del tipo “La verdad está sobrevalorada. ¿Quién necesita saber la verdad y nada más que la verdad pasados los sesenta, cuando se reinventa la vida transcurrida, a través de recuerdos distorsionados?”), Marta Robles, en esta cuarta novela de la serie de Roures, desarrolla una trama en tres tiempos y en tres mundos. A saber, el tardofranquismo, los años 60 y la actualidad, el Gijón obrero, la bella zona rural entre Gijón, Llanes y los Picos de Europa, y el Madrid de la burguesía…
Es así como nos hace una invitación inteligente a hacer paralelismos políticos y sociales; de hecho la correlación entre la sociedad española de los 60, la de los 80 y la actual antes del COVID convierte esta novela en un galdosiano fresco tan sociológico como político y tan feminista como humanista de la España última.
Hay escenas muy duras en esta novela (escenas de abusos, ambientes de drogas, la historia de Magdalena es una historia muy dura en sí misma –y no digamos el asesinato oficial de su amiga y confidente Ángela– como duro es todo lo de la supremacía fascista de la familia del ginecólogo y de los servicios psiquiátricos, y lo es la justificación para robar bebes a las madres republicanas, y lo de los abusos sexuales en la universidad so pretexto del neurosexo, etcétera). Pero hay a su vez mucha esperanza gracias sobre todo a mujeres que pueden con todo.
Sí, hay muchas fascinantes mujeres epítome en esta novela. Por ejemplo Magdalena, una gijonesa de clase obrera que se casa con un ginecólogo de la alta burguesía que tiene en Gijón su casa de veraneo, y se sume así en la grisura, el desapego y el aburrimiento de la época, y que es capaz de hallar alivio existencial en la música y hasta en la infidelidad (una audacia que el sistema le hará pagar muy cara). ¡Pero ningún personaje femenino como Carlota!
Y en esta novela la trama de los niños robados se enriquece con subtramas trenzadas como nudos de una alfombra, de modo y manera que el conjunto resulta tan entretenido como lúcido en su propuesta refinadamente política, tan femenina como feminista, tan sofisticada como emocionante y que tanto hará crecer interiormente a su personaje de Roures y a los lectores de Marta Roures (perdón, de Marta Robles)…
La investigación de Tony Roures le lleva a León
Maravillado encontrar además con que la investigación a Tony Roures, desde Madrid y de camino a Asturias, le lleva a León (“Ese León con voluntad de independencia, quizás por su corazón más cercano al de Asturias que al de la meseta”), donde el detective camina por la Calle Ancha, admira el edificio Botines de Gaudí y come en el Restaurante Bodega Regia a buen precio un cocido con vino del Bierzo. De este modo Amada Carlota se inserta en la larga tradición, tan bien estudiada por el catedrático de Teoría de la Literatura José Enrique Martínez en su libro La ciudad inventada, de novelas que sacan a León en sus páginas, la cual empieza en Gil Vicente y llegaba hasta Javier Marías con su novelón de espías Tomás Nevinson y, ahora, hasta Marta Robles que en Amada Carlota nos conoce y reconoce como ciudad literaria, urbana su manera, con más pasado que futuro y con más ficción que realidad… y no nos ha maravillado menos el homenaje que hay en esta novela a la Semana Negra de Gijón.
Mucho más que una novela negra
Siempre hemos pensado que si en el registro de la novela negra comercial en vez de ganar Agatha Christie hubiera ganado George Simenon ahora tendríamos best-sellers más políticos, más turbios, más hipnóticos en su entendimiento del mal, el delito y la injusticia, y estaríamos un poco más concienciados… ¡La encarnación literaria actual de un Simenon en mujer española y nuestra es Marta Robles!
He aquí una novela con atmósfera, denuncia y enjundia sobre los matrimonios jerárquicos, las feminidades resignadas, la infidelidad conyugal, los grandes amores tardíos que llegan en la vejez, la maternidad y la igualdad en la vieja España de señores y criados, de alta alcurnia y de gentes que luchan con denuedo para poder comer y de la económica, los abusos y manipulaciones a las mujeres en la reciente historia de España y la económica y sexualmente insaciable Familia del Generalísimo Franco como defensores de la cristiandad aunque no tanto de la castidad.
Pero he aquí también una novela sobre lo que tuvo y tiene la música de alivio existencial y acicate libertario. Y una sobre la feminidad, la maternidad y la igualdad hoy... Y una novela sobre una mujer de verdad como Carlota Aguado a la que en estas páginas nos angustia cuando la vemos caer pero nos admira sobremanera cuando la vemos levantarse por su propio pie. ¡Mucho más que una novela de misterio sobre bebés robados del franquismo es Amada Carlota!
Hay que leer mucho lo que escriben las mujeres no solo para entenderlas sino sobre todo para entendernos a nosotros y entender España…
Hay que leer mucho los Episodios Nacionales de Marta Robles (pues eso es la serie de Roures, galdosianos episodios nacionales modernos y noir). De hecho hay mucho que aprender de la masculinidad contundente pero no saturada, ni sobreactuada ni mucho menos tóxica de Tony Roures, un detective con traumas de guerra en la mochila, que ha visto y vivido mucho y no se corta por nada, pero que escucha sin prejuzgar ni juzgar, tiene habilidades conversacionales, buenas condiciones éticas, es leal, y sobre todo es empático precisamente porque está de vuelta de todo y no cree en nada por encima de lo humano, pero nada de lo humano con lo que se topa le es ajeno.
La mejor novela negra que he leído este año.