LAS NOVELAS DE LA SEMANA NEGRA (II): PERSIANAS METÁLICAS BAJAN DE GOLPE, de Marta Sanz (Ed. Anagrama)

 
 

Reseña publicada originalmente en El Imparcial

En esta atmosférica e hipnótica novela llama la atención la potencia visual pop, el miedo pulp, la sensación amenazante, el nervio político, la poesía de las descripciones, la sátira y los personajes tan vulnerables como todos nosotros… Es ciencia ficción distópica al servicio del talento de Marta Sanz para demostrar una vez más que, más allá del entretenimiento, el fantástico es un camino a la verdad.

“Suena la persiana metálica de un local comercial. Se cierra de golpe. Estruendo casi inadvertido. Percusión. Y la banda sonora de Land in  Blue (Rapsodia)” escribe Marta Sanz en Persianas metálicas que bajan de golpe (Ed. Anagrama). 

Y lo escribe en esta novela futurista que presenta una destreza técnica revulsiva (novela-pastiche llama a esto la gran teórica del posmodernismo literario Linda Hutcheon).

La novela sucede en el futuro próximo, en un fascinante lugar llamado Land in Blue. ¿Land in blue?

Land in blue es un mundo con lógica interna y música propia; sí, una ciudad-país deshumanizada, violenta y ultra-tecnológica (esa localización tan ciberpunk, por decirlo con William Gibson, en la que conviven lo robótico y lo humano, lo virtual y lo real, lo futurista y lo remoto, los drones y Nino Bravo, es en sí misma un mundo descrito con prosa torrencial, inventiva y dinamitera, el cual poco a poco en la novela se erige con perspectiva política en un mundo paralelo como el de Margaret Atwood en El cuento de la criada, aunque que también tiene mucho del espectacular barroquismo pop distorsionado y excesivo de las ciudades de los comics de Flash Gordon.

Argumentalmente la novela trata sobre tres drones que vigilan y cuidan a tres mujeres, y sobre como cada vez los drones son más inteligentes y verbalmente sofisticados y más empáticos, y alegres, y cuasi amorosos, mientras las mujeres se tornan a su vez cada vez más frías, maquinales, insensibles y neutras hasta límites terroríficos… 

“El dron repara en que vivimos en el imperio de lo obvio, pero aún ignora que vivimos en el imperio de lo redundantes”, dice Marta Sanz en una de las muchas sutilezas que encontramos en esta novela.

En estas páginas Marta Sanz toma un tema de la ciencia ficción clásica, el de la relación entre el hombre y la máquina (Yo, robot de Isaac Asimov, Podemos construirlo de Philip K. Dick, etc) y lo desarrolla en una dirección inopinada.

Una novela distópica, política, feminista, sarcástica, y desde luego, escrita con un sentido de lo lúdico típicamente posmodernista a lo Laura Fernández y sus maestros (Kurt Vonegurt, Terry Pratchett, etc), pero a los que Marta Sanz añade la narrativa distópica con componente político de Aldous Huxley y Gorge Orwell, y la ciencia ficción con perspectiva de género de Ursula K Leguin y Olivia Burtler.

Una novela compleja que presenta una estructura narrativa manierista que viene a ser un espejo  de la maraña del tecnocapitalismo liado y saturador que nos acorrala. 

Una que está escrita con una prosa tendente al exceso (las descripciones recargadas, el juego coral de voces narrativas de fondo como modo de hacer avanzar la trama, las palabras inventadas, etc), pero que nos da un respiro del barroquismo mediante el humor satírico a lo Fredric Brown, y mediante la musicalidad de las frases que, el intertexto, se repiten como mantras.. Todo para una denuncia de la deshumanización que, en nuestro mundo, promueven casi al unísono la saturación de violencia y el abuso de lo tecnológico.

En efecto he aquí la prodigiosa obra narrativa no de una tecnófoba, pero sí de una novelista comprometida que avisa de los peligros de deshumanización que tiene la tecnología cuando es un arma del capitalismo avanzado que puede hacer que el progreso y el futuro se conviertan en una persiana metálica que baje de golpe.

ImagoSM