LAS NOVELAS DE LA SEMANA NEGRA (III): VRËSNO, de Carolina Sarmiento (Ed. Pez de Plata)
Reseña publicada originalmente en El Taquígrafo
“En lo alto de una montaña, oculto tras una ruta de difícil acceso y habitado por miembros de una única familia, se alza un pueblo que es todo secretos: Vrësno. Allí regresa una de sus hijas pródigas, Stanis Otief, con una guitarra colgada al hombro y el deseo de saber qué ocurrió con sus padres, en la actualidad desaparecidos”...
Eso es esto… Una novela oscuramente nórdica en su atmósfera y textura como las de Niklas Natt och Dag; una novela musical como las de Carlos Zanon o el primer Ray Loriga; una novela psicológica como las de Dostoievski; una novela de terror familiar hermético como las de Jack Ketchum; una carta al padre como la de Franz Kafka; un fantástico que camina narrativamente por el filo que separa y une la realidad y la ficción como las novelas del realismo visionario de José María Merino; una pequeña joya…
¡Eso es la segunda novela de Carolina sarmiento (Gijón, 1981) VRESNO (Ed. Pez de plata)!
Y, al fondo, una pregunta: ¿cuánto sabemos de verdad sobre la vida de nuestros padres antes de que existiéramos nosotros?
Escrita con prosa austera y muy medida, narra en tres grados de ficción que al final se funden en uno la historia de una guitarrista y letrista de canciones ebria de malditismo (Stanis Otief), la historia de los Zalea, su familia hermética y llena de secretos (una familia extraña que hasta cambia de lugar de residencia y casi vive en función de la creatividad obsesiva y tóxica de la madre), y la historia del montañoso lugar originario y primigenio cuyo enigmático nombre da título a la novela.
Pero no solo hay aquí una trama de secretos familiares sino también y sobre todo una cruda reflexión sobre la ficción misma y sus peligros, o, mejor dicho, no los peligros de la ficción sino la fragilidad de los creadores para los cuales, precisamente por su fragilidad, la ficción puede llegar a ser peligrosa. No en vano argumentalmente la novela avanza en paralelo a la novela que está dificultosamente escribiendo la madre, y que no logra acabar, porque para ella todo acaba mal o no acaba… Y la trama desemboca en un viaje de esos que se hacen para alejarse de algo, pero que acaban alejándote de alguien…
Todo para acabar sabiendo lo que ya se sabía desde el principio pero no se quería reconocer: que Vresno, el pueblo montañoso que no viene en los mapas del que todos procedemos, nuestro recóndito lugar en el que refugiarnos de la aspereza del mundo y de todo, no es un lugar que nos protege sino uno que nos aísla de la vida y la familia y el cobijo psicológico para dejarnos enseguida a la intemperie, así, rodeados de nuestros propios miedos, secretos y traumas, pues eso es crecer e independizarse las más de las veces.
La novela con todo rezuma humor macarra, lirismo gótico, hibridez genérica, preciosismo estilístico y mucho talento a la hora de narrar este viaje intimista, obsesivo y corrosivo en el que hay un misterio que parece un puzle y que tanto la protagonista como el lector han de descubrir para eso, para que la intriga no les coma por dentro; pero que descubrirlo acaso no les salve del todo, y por eso en último término no quede otra salida que la huida como solución…
No vayan a Vresno, no sea que no vuelvan siendo los mismos.
Pero no dejen de leer esta novela para saber lo que son de verdad.