LAS NOVELAS DE LA SEMANA NEGRA (IV): CRISANTA, de Juan Ramón Biedma (Alianza Editorial)

 
 

Reseña publicada originalmente en El Taquígrafo

La nueva novela negra será híbrida o no será. E igualmente la última novela fantástica cada vez transita más hacia terrenos que no son el fantástico, pero que torna en fantásticos con su penetrante poder visionario…

Así por ejemplo la última novela de Juan Ramón Biedma.

Parece una investigación noir sobre un cuadro famoso desaparecido como en La tabla de Flandes  de Arturo Pérez Reverte, y una historia de fantasmas durante la Guerra Civil como en El Orfanato de Guillermo del Toro, y una intriga sobre sociedades esotéricas como Inferno de Dam Brown, y una novela gótica con caserón encantado e historias de amor a lo Cumbres borrascosas de Emily Brontë, y una novela política y sociológica sobre cómo se gestó se activó y sucedió la guerra civil española como Los cipreses creen en Dios de José María Gironella, y una novela sobre luchas intestinas de bando como La novela numero 13 de Wenceslao Fernández Flórez y, en suma, una muy entretenida y tenebrosa alegoría sobre nuestro oscurantismo nacional… 

¡Pero es mucho más que eso!

Como una habilidosa y sabia mezcla de novela negra, de thriller, de novela histórica y de fantástico se nos presenta la última novela del gran narrador sevillano, perfeccionista y excéntrico Juan Ramón Biedma titulada CRISANTA (Alianza Editorial).

Literatura para pasarlo bien y mal.

La trama (que acontece en Sevilla en 1936 y versa sobre el robo de un tríptico de Jan Van Eyck de elevado valor) descansa sobre el personaje de Crisanta, una contrabandista buscavidas, audaz, supersticiosa y escéptica en secreto médium esotérica que mercadea en negro con objetos religiosos que ambos bandos roban en las iglesias, y la cual está dispuesta a lo que sea para cruzar la frontera antes de que en España los sublevados acaben con todo (de hecho ella necesita encontrar el tríptico de Van Eyck para eso: para salir de España). 

Pero es una trama vertiginosa (de hecho está llena de peticiones peligrosas, de apariciones, de desapariciones y de órdenes sangrientas), que contiene de fondo también una profunda idea del mundo desengañada en extremo al presentar al mismo nivel a curas como Juan Serrador, excapellán de la Legión y esquirol de su puesto sacerdotal en el Hospital de la Caridad, que se nos presenta como un hombre que no confunde la religión con las creencias, y Alberto Chacón Carter, director de la Sociedad Mediúmnica Sevillana, amigo de la oscuridad y lo imposible hasta en medio de las represalias bélicas, y a Manuel Díaz Mayordomo, máximo responsable de la represión en la Andalucía de la época y un representante del terror pero en versión real e histórica.

La novela es inquietante, hipnótica, fascinante, profunda y actualísima. Tiene texturas de Caravaggio, hechuras de best seller y profundidad de clásico moderno que domina el arte de la difícil sencillez a la hora de presentar una ciudad en guerra aterrorizada por el miedo, y, a la vez (o por eso), inclinada hacia lo paranormal. 

Y además es una novela sombría, es triste, hueles esa época, que está admirablemente escrita, y respiras el ambiente político brutal (las interpretaciones sobre el mismo son desiguales, pero hay algunas muy buenas). Y, a pesar del compromiso comercial que hay en esta novela, el autor ha ido mucho más allá, y no ha hecho concesiones sino lo que le ha dado la gana: entiendo por eso que a los lectores de best sellers puros de oliva, eso que se denomina el gran público, pueda no gustarles del todo esta novela por demasiado ambiciosa (sobre todo si por suceder en Sevilla esperan que esto sea La piel del tambor), pero a mí me apasiona. 

Y es que Crisanta se lee de nada, sí, pero no se olvida.

No se la pierdan.

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