LAS NOVELAS DE LA SEMANA NEGRA (V): LÁGRIMAS DE COCODRILO, de Mercedes Rosende (Ed. Alrevés)
En este mundo nuestro parece que siempre van ganando las tinieblas, y hasta la luz es mentira. Por eso amamos hoy tanto la novela negra, pues es la propuesta más políticamente desafiante del corpus narrativo que puebla las librerías. Pero de la novela negra también nos fascina su ingenio atmosférico, sus retratos verosímiles de la turbiedad moral y social siempre tan inquietantes como identificables, su panorama para matar, su licencia para desdibujar los límites entre el bien y el mal; entre lo claro y lo oscuro… Y amamos a los escritores noir porque por medio de ellos el mal hace las cosas bien.
Pero, porque éstas son las razones fundamentales por las que amamos la novela negra, los lectores de novela negra nos fijamos más en las tramas y las atmósferas de las novelas, que en el estilo y la prosa de las mismas.
Sin embargo hete aquí que de vez en vez surgen talentos inusuales como el de Mercedes Rosende (Montevideo, Uruguay, 1958) cuyo fraseo tiene el regusto de los autores clásicos como Juan Carlos Onetti, y en cuya musicalidad prosística resuena el ritmo de jazz verbal de Julio Cortázar, y cuya penetración y sutileza recuerdan a Patricia Highsmith en una versión menos depresiva… Y es como un soplo de aire intelectualmente desafiante y emocionalmente impactante en el panorama del género negro.
Es novela negra escrita con prosa clasicista y humor dinamitero… Es otra cosa. O lo mismo de otra forma.
De hecho su novela anterior La mujer equivocada, un policial sobre la gordofobia en la que la autora se mete con impresionante credibilidad y capacidad de penetración en la piel de una mujer gorda sita en medio de nuestra sociedad de la apariencia física perfecta y la tiranía de la belleza física, sorprendió al público por su originalidad temática, por la redondez compositiva del personaje protagonista, Úrsula López (“una mujer a la que la muerte y la gula no le son ajenas”), por el toque político, psicologuicista y feminista contundente y sutil a la vez… Y sobre todo por el humor radical de esa mujer fea, sola e irrepetible que se compara perniciosamente con su hermana y con su vecina, y la cual un día recibe la llamada que la advierte de que su marido ha sido secuestrado y piden que vaya a una reunión para dar un rescate, y, aunque ella no tiene marido ni lo ha tenido nunca, sí alberga mucha curiosidad por las vidas ajenas, así que no revela el error sino que se entrega a ese error como un don de la vida, y va a la cita con ese secuestrador… ¡Qué graciosa, ingeniosa, insatisfecha, neurótica y realísima es Úrsula López! Aunque a nosotros nos hipnotizó aún más en esa novela su seductor estilo literario. Y es que eso, como el Quijote, era una parodia del género escrita con prosa que rebasaba el género, y con una intencionalidad política que rebasaba lo partidista para llegar a lo universal y transportarnos allí.
Pero resulta que, dado el éxito de esa novela, o por lo que sea, aquí llega por nuestro bien la segunda parte de La mujer equivocada con forma de una nueva novela loca titulada Lágrimas de cocodrilo (Ed. Alrevés).
Esta novela empieza donde termina la anterior, con Germán saliendo de la cárcel (donde ingresó por culpa de Úrsula) y diciéndola que no ha podido decir que no a participar en el plan de robo de un furgón blindado. Y, sí, Úrsula se dispone a ayudar a Germán en la empresa de robar el furgón blindado. Allá van ellos… La intriga en estas páginas no radica en quien comete el crimen, sino en qué tal lo harán. Y es que Úrsula, además, sigue hambrienta de comida y de venganza. Y y además es más voyeurista en plan la ventana indiscreta de Aldred Hitchkock que nunca. Y se siente al respecto más culpable que nunca. Y prepara paralelamente al respecto una cuita por envidia que permite que regresen a esta novela divertidos personajes estrafalarios que ya aparecían en la divertida novela anterior.
Y además ahora aquí Úrsula escribe notas sobre la vieja Úrsula en un ejercicio tan psicoanalítico como surrealista que a ella nos la vuelve más atractiva y posmoderna. ¿Esto va a ser el robo del siglo? ¿O, como dicen la policía Leonilda y el abogado Antinucci, es más bien la chapuza delincuencial del siglo?
Da igual eso en esta novela negra que supera el masculinocentrismo tóxico del canon de novela negra, además de aportar a ese canon un noir peculiar con toques de esperpento, de surrealismo y de picaresca (todo en capítulos cortos con fraseo original, mucho diálogo, mucho ritmo y humor ácido, sardónico y retórico): todo para retratar la ciudad de Montevideo con sus texturas y su lenguaje propio por medio de un personaje femenino universal y local a la vez, inverosímil e identificable al mismo tiempo, e inolvidable, y único: Úrsula López. ¡Qué mujer, resiosla!
Como novela negra, no está mal. Como novela a secas, es una maravilla. Como lector feminista y tendente a oblongo le doy a Mercedes Rosende infinitas gracias agradecido por el espectáculo. Y por la terapia. Y por la cura de humildad…
Olé.