LAS NOVELAS DE LA SEMANA NEGRA (VI): MUERTE EN EL MERIDIANO, de Carlota Suárez (Ed. Harper Collins)

 
 

Publicada originalmente en El Imparcial

Hay en esta novela una energía vital que parece que eterniza el verano. Es como si no hubiera sido escrita en silencio. Como si en la vida el humor fuera la lógica cotidiana.

Un asesinato en un festival literario llamado Festival Meridiano Cero. Una escritora vocacional que se ríe de todo. Y una escritora superventas que lo vende todo. Y escritores, traductores, críticos, blogueros, agentes literarios y editores. Y una investigación criminal. Y unos falsos culpables. Y un culpable…

Linda Hutcheon, la insigne Catedrática de la Universidad de Toronto y gran teórica de la literatura del postmodernismo, señala en su libro Irony's Edge: The Theory and Politics of Irony como componente principal de la novela postmoderna la revisión de paradigmas canónicos en clave de metaliteratura y de parodia. Y ahí se inscribe el impulso narrativo de Carlota Suárez (Gijón, 1977) en su última novela MUERTE EN EL MERIDIANO (Harper Collins), una suerte de revisión de la novela-enigma de Agatha Christie en chave paródica para criticar de modo aparentemente frívolo el mundo literario al modo en que lo hacen por ejemplo las geniales campus-novul de David Lodge tipo Small World: an academic romance.

Así como David Lodge critica mediante la ironía y la parodia de sus novelas de campus el mundo universitario, Carlota Suárez, con idénticos elementos, critica el mundillo literario repleto de egos inconmensurables mientras se ríe de él y, sobre todo, con él.

La novela, gracias a la loca pareja de Poirot y Hastings que aquí conforman las escritoras antitéticas pero complementarias Andrea y Minerva, casi dos Quijote y Sancho, se lee rápido, se disfruta y su frescura desvergonzada y loca se agradece. Hay talento para las situaciones descolocantes y los personajes sorprendentes con resonancias conocidas. Hay diálogos que atrapan. El espacio isleño, además de atmósfera propia,  le da a la trama algo como de comedia de situación mezclada con trama enigma de habitación vacía, aunque por momentos todo recuerda también a una suerte de cultural orgia lisérgica. La estructura es original. La prosa, gracias al carácter sin filtro de Andrea la narradora en primera persona que pone voz a todo y lo contamina de relativismo ácido con sus opiniones, engancha. Y el humor lo impregna todo. Y la psicología dostoievskiana de esta protagonista que en esencia es una niña marcada por su infancia que por eso juega con el crimen y el castigo está bien construida. Y el impulso moral que mueve todo, que no es el obsesivo amor por la justicia de Poirot sino que una escritora, Minerva, quiere investigar un crimen para escribir sobre él, da que pensar sobre la escritura mercantilizada de esta era industrial. Y el final mola.

Si la batalla comercial en el ámbito de la novela negra la hubiera ganado George Simenon en vez de Agatha Christie hoy no se escribirían  cosas como ésta, y todos seríamos algo más tristes.

Si Agatha Christie, además de gran ingenio, hubiera tenido humor y escribiera hoy sería Carlota Suárez.

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