LAS NOVELAS DE LA SEMANA NEGRA (VII): DAMAS, CABALLEROS Y PLANETAS, de Laura Fernández (Literatura Random House)

 
 

   En este sorprendente libro hay lagartos telépatas dotados de acusada sensatez, y intercomunicadores espaciales que se enamoran de su manual de instrucciones, y planetas cuyos habitantes nos vigilan, admiran y visitan y en el cual son los hombres los que se quedan embarazados, y dinosaurios oficinistas, y detectives mutantes, y escritoras que son más famosas y venden más libros en otros planetas que en la Tierra, y limoneros parlanchines que quieren ser detectives investigadores, y resorts intergalácticos de esquí, y maletas que son superagentes de escritoras famosas, y mujeres que se enamoran de sus cafeteras…

   Como al leer El heredero de José María Merino, al leer Damas, caballeros y planetas, sientes que Laura Fernández no es de este planeta.

   Laura Fernández (Tarrasa, 1981), tras el merecido éxito de La Señora Potter no es exactamente Santa Klaus (una loquísima y genialoide novela sobre una pequeña ciudad llamada genuinamente Kimberly Clark Weymouth donde no deja de nevar nunca y cuyo mayor reclamo turístico es una tienda de souvernirs que, cada día, recibe a los lectores de la excéntrica escritora Louise Cassidy Feldman), ha reunido en un libro relatos escritos en los últimos quince años, y ha añadido tres inéditos. Y, como hace el también posmoderno Emilio Hueso con sus cuentos (veánse sus cuentos completos titulados en conjunto Ahora intenta dormir y editados por Valdemar), esta autora ha añadido a cada cuento un frontispicio en el que nos glosa cuando lo escribió, como se le ocurrió y qué quiere decir.

   La teoría de la literatura española (Ana Casas, Natalia Álvarez Méndez, David, Roas, etc) llama a este modo de hacer el fantástico el realismo visionario.

   Son de hecho cuentos fantásticos al modo de Cristina Fernández Cubas en El ángulo del horror, José María Merino en Cuentos de los días raros y Juan José Millás en Los objetos nos llaman (cuentos sobre peripecias fantásticas que le acontecen a gente normal). Y están escritos con prosa repleta de humor inventivo y dinamitero al modo de Eduardo Mendoza. Y con el regusto por los la serie b españolizada en la estela de José Carlos Somoza, Jorge Ordaz y Rafael Marín, por ejemplo, pero añadiendo el motor innovador a la hora de contar historias de modo poco convencional, y de hecho muy amigo de los juegos formales, propio de los traductores al español de los narradores posmodernos americanos (y a la vez excelentes narradores ellos) Mariano Antolín Rato y Ramón Buenaventura.

   Hay dos tipos de cuentos en esto libro: los que describen la neurosis humana suburbana actual vista desde otro planeta, y los que se llevan la neurosis humana suburbana a otro planeta para que la veamos con alegórica y psicoanalítica distancia. Hay que alejarse para estar más cerca.

   Y es que en efecto la tradición fantástica posmoderna (la que mezcla a Kurt Vonnegut con Cortázar y a Thomas Pynchon con Borges y el salvajismo y lo bizarro de Joy Williams con el costumbrismo neopopularista, y a Terry Pratchett con el Diablo Cojuelo, y a la niña de pelo rojo de David Foster Wallace con la cerveza Mahou), en el quehacer de los escritores españoles, es muy fértil desde hace muchas décadas. Y en esa tradición Laura Fernández es actualmente la representante más celebrada por derecho propio... 

  Laura Fernández es una gran escritora de una gran tradición cada vez más nuestra. ¡Viva su obra!

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