LAS NOVELAS DE LA SEMANA NEGRA (IX): TANTO DEL TORTURADOR ARREPENTIDO, de Carlos Salem (Ed. Alrevés)

 
 

Si Patricia Highsmith fuera un argentino viviendo en el Madrid actual probablemente hubiera escrito esta novela.

En efecto, esto es una profunda novela política y psicológica sobre los límites del mal y los de la venganza como vehículo de justicia y redención. Y una novela necesaria sobre lo que Manuel Vázquez Montalbán llamaba “la inutilidad e imposibilidad del desquite”. Pero, a la vez, es un aviso narrativo que demuestra, mediante el recurso del paralelismo, que el neofascismo no es de aquí ni de allá sino que es el neofascismo, y todas las dictaduras son la misma repetida en la medida en que a la mayoría nos dejan igual de jodidos…


Buenos Aires, 1978, durante la dictadura. Un centro ilegal de detención y tortura. Un oscuro calabozo. Un tipo llamado el mayor Morales (que parece un personaje de una novela de Jorge Amado; que recuerda en algo de hecho al despótico Mané Frajelo, el rey del cacao, de la preciosa novela Cacao) aplicándose en torturar a las víctimas con demorado sadismo. Y ahí está Julio, un muchacho de clase acomodada, a punto de formar parte de los desaparecidos...Está en el calabozo, con la congoja y la desesperanza de la incertidumbre. Pero el mayor Morales, que sabemos que ha perdido a su hijo en un accidente, mira a Julio por un momento, y éste de pronto le recuerda a su hijo perdido. Y asoma en el alma del sádico un punto de ternura. Y decide ordenar que le pongan en libertad… Pero ahí no acabará el cautiverio de Julio pues lleva la cárcel dentro en la medida en que se siente culpable por haber sobrevivido, y le come por dentro por eso la hidra de la venganza… Pasa el tiempo como unos puntos suspensivos…

Madrid, año 2000. Julio ha cambiado de país y de nombre, y se llama ahora Jorge Luis (ha adoptado el nombre que le dio alguien con quien se encontró y le ayudó a salir adelante). Tiene una posición acomodada. Y siente que en su país, Argentina, la justicia no repara y por tanto no es justicia. Y es un tipo solitario, y traumado, y obsesivo como un tumor, y nihilista, y resentido, y resabiado.

Por casualidad, se encuentra sin preverlo en Madrid a un hombre en el que reconoce al mayor Morales, el que le salvó la vida, y del cual, sin embargo, por su culpabilidad de superviviente, y por su solidaridad para con los desaparecidos, y porque su mente cree que cuando no hay justicia buena es la venganza, siempre ha querido matar. ¡Y, como en una novela de Patricia Highsmith, a partir de ese encuentro, la vida de Jorge Luis pasa a ser el proyecto de destrucción de la vida de tal hombre! Traza un plan de venganza. ¿Pero es un plan perfecto?


Hay en esta novela de Carlos Salem una lectura psicológica a lo Dostoievski sobre el cariz movedizo y quebradizo del yo, el cual no se puede modificar del todo nunca pues, por mucho que queramos convertirnos en otra persona diferente, siempre quedan intersticios por donde se cuela el yo anterior, pues todos somos legión.

Hay en ésta novela de Carlos Salem también una lectura simbólica sobre los paralelismos –la dictadura Argentina y la dictadura de Franco, Julio y Jorge Luis, el antiguo mayor Morales y el ciudadano en Madrid, el hijo perdido y la víctima liberada, el nihilista fluir de conciencia de Jorge Luis y el personaje de Alba que pone una nota de amor y esperanza en la novela-… De hecho esta novela nos enseña que son los paralelismos los que, como espejos, hacen que todo se parezca a todo salvo por los matices (y por eso, para captar y hacer captar los matices, los novelistas escriben novelas).

Hay en esta novela de Carlos Salem también una lectura de denuncia de la Argentina democrática que no solo no saldó cuentas con los militares torturadores sino que los amnistió mientras la clase media miraba para otro lado queriendo ser clase alta, y de la clase media española –otro paralelismo- que ha hecho lo mismo… Y es una lectura de denuncia política de las contradicciones de la clase media sin memoria histórica, y por eso interesadamente olvidadiza, que ejemplifica que la historia nunca es inocente.

Hay por último en esta novela de Carlos Salem, escritor de larga trayectoria nacido en Argentina pero que lleva media vida en España y bebe de las dos identidades y de las dos tradiciones literarias (por eso su personaje se llama como Borges y Cortázar pero la resolución de la trama acontece en Madrid) una lectura psicoanalítica sobre el inconsciente del inmigrante que, en su obra, quiere saldar cuentas con las inquisiciones de sus dos identidades, y exorcizarlas ,y sublimarlas.

Hay en suma en estas páginas la mejor novela de Carlos Salem.

ImagoSM