EL LEÑADOR, de Mariano Sánchez Soler (Ed. Alreves)
La costa Mediterránea en los tiempos del boom inmobiliario. Un periodista jubilado casi de este mundo. El despiadado y real asesinato a hachazos de un alcalde encargado, en un local de alterne, por su concejal de urbanismo. Un portero del puticlub como testigo indeseado de la trama. Una última crónica sobre ese caso, la cual se convierte poco a poco en una novela sobre el oficio de periodismo de investigación (en lo que éste tiene de obligación de escoger entre publicar la verdad o ser el primero en publicar sobre el caso) y una novela sobre la corrupción ideológica, económica y política en la que se cimenta sin remordimientos la nueva democracia…
Para el escritor Mariano Sánchez Soler la realidad no es el pretexto ni la base sino que es el cimiento del que depende que la ficción sea sólida de verdad. Y el lenguaje para él es elemento y es cemento.
En este sentido la teoría de la literatura, en lo referente a las novelas negras, habla poco del lenguaje, y mucho de los personajes, del foco criminal-moral, las ambientaciones y las estructuras y procedimientos narrativos…
Así que hablemos del lenguaje de la nueva novela negra hispánica.
Dentro del pantone de géneros literarios son la historia y el periodismo los que, por su vocación de búsqueda en fondo y forma de esa objetividad y verdad que nunca se alcanzan, se esfuerzan por emplear un registro lingüístico más directo, austero, seco y eficaz.
Por eso la nueva novela negra bebe lingüísticamente (tanto en su tono narrativo como en sus descripciones, ambientaciones, anecdotarios, escenas y diálogos) del periodismo de sucesos. Y por eso la nueva novela negra lingüísticamente debe inconfesablemente tanto a los novelistas negro-criminales de esa farra neoliberal post dictadura que llamamos la Transición. Sí, de esos novelistas noir formados en esa escuela de escritores negro-criminales que era el periodismo político, social y sucesos.
En efecto, por eso la nueva novela negra debe sin decirlo tanto a esos prosistas de periódico y revista que luego hacían en secreto novelas negras en la oscuridad del ropero del franquismo…
Nos referimos por ejemplo a Manuel Vázquez Montalbán, Juan Madrid, Fernando Martínez Laínez, Francisco González Ledesma, Julián Ibáñez y por ahí todo seguido.
Ellos lo hicieron no sé si mejor, pero desde luego lo hicieron primero, y bien se merecen la corona de laurel del gran respeto literario.
Y uno de los insignes periodistas de sucesos de la época (léase a tal efecto su antología de piezas periodísticas titulada Una hojarasca de cadáveres. Crónica criminal de la España posfranquista), el cual, desde su cátedra de la Revista Tiempo, ha formado sin saberlo a no pocos escritores actuales de novela negra hard boiled, y de novela negra crook storie, es el histórico Mariano Sánchez Soler.
Vuelve ahora Mariano Sánchez Soler a las librerías con una modélica novela negra basada por igual en hechos reales y vivencias personales; una novela entre el periodismo, la autofición y el noir, hecha de realidad, de recuerdos, de hemeroteca, de investigación y de cuidado lenguaje. Y es una novela sobresaliente que da cuenta de que el autor posee gran oído para los diálogos, mucho ojo para ver la vida y buena prosa funcional forjada en el curtido oficio en los periodísticos tiempos de la grabadora, las notas a lápiz o en fotocopiadoras, los dictados a redacción desde una cabina telefónica y los redactados a máquina Oliveti que sonaban como una ametralladora.
La nueva novela negra de Mariano Sánchez Soler titulada El leñador parece que habla del Caso Rasaí, el caso de ese alcalde despiadadamente asesinado a hachazos por unos checos contratados por un concejal de urbanismo, pero en realidad es una ambiciosa novela social y política que analiza con fina mano literaria, con gran capacidad de impacto e identificación, con mucha implicación personal, con hondura, con pericia y como en estado de gracia tras toda una vida dedicada a esto (se hace cumbre solo) la naturaleza podrida de lo que somos como país. La novela es la historia del periodista Carlos Albert (un personaje trasunto del autor que ya salía en aquella contundente novela ya clásica de nuestro noir titulada Lejos de Orán), y es la historia de José Pulido, un policía nada idealista sino que hace lo que puede por la ley desde dentro y fuera de la ley (un policía que ya salía en la magnífica novela de atracadores de este autor titulada Carne fresca, una crook storie impecable y pionera que habría de ser reeditada para que las nuevas generaciones de novelistas negros se quitaran el sombrero reconociendo que no han inventado nada), pero sobre todo es la historia negra de nuestra democracia blanqueada a la cual el poder económico tiene agarrada por los huevos.
Hay mucha metaliteratura en esta novela (no en vano versa sobre un periodista que escribe una novela y que reflexiona sobre los vasos comunicantes que hay entre literatura y periodismo). Hay mucho descreimiento de las posibilidades de la policía de hacer su trabajo en esta novela (no en vano trata sobre un periodista que tiene que investigar por su cuenta un crimen no resuelto que inicialmente fue un desastre tanto en la instrucción como en la investigación policial). Hay mucha crítica social de periodista experto en el Franquismo y la Transición. Y hay mucha poesía sucia en esta novela brutal repleta de violencia feroz…
¿Qué es un escritor con talento y mucho oficio? Es esto.
Luis Artigue