LAS FUERZAS CONTRARIAS, de Lorenzo Silva

 
 

Justo al principio de la Pandemia aparece en Illescas, Toledo, el cadáver sin signos de violencia de una anciana (es fácil pensar que ha fallecido a causa del COVID; se están produciendo quinientas muertes al día por covid solo en Madrid), el cual por protocolo ha sido aislado, envuelto y precintado sin que nadie lo revise dado su posible cariz de contagioso…. ¿Pero y si se trata de una muerte criminal? 

Una novela del confinamiento durante el COVID-19, como La Peste de Albert Camus, leída con cierta perspectiva deja de ser un libro sobre una epidemia y pasa a ser un libro de historia de la condición humana durante la adversidad, y pasa a ser un libro sobre las lógicas de la historia que solemos olvidar.

Las fuerzas contrarias, la última de Lorenzo Silva, es la gran novela sobre el confinamiento, y en estas líneas trataremos de explicar por qué.

Benito Pérez Galdós, historiador del pasado, era un escritor con una idea clara del valor de la historia como vía de conocimiento, progreso y redención, y por eso en sus Episodios Nacionales hizo de la historia del pasado excelsa materia literaria. Robert A. Heinlen, historiador del futuro, gran genio de la literatura prospectiva, tenía claro que la imaginación visionaria, en segundo grado de ficción, tiene mucho de admonición política, y por eso hizo de la historia del futuro la base y el cimiento para su celebrada literatura. Lorenzo Silva, por su parte, uno de los más importantes nombres de la novela negra actual en español y cuyas ficciones de la serie de Chamorro y Bevilacqua han sido calificadas por el historiador e hispanista Paul Preston como episodios nacionales contemporáneos (no es exagerada esa afirmación, pues, mediante estas catorce novelas que además de entretenimiento nos dan sustancia para la conversación pública que es entender la vida, se puede revisar la realidad social de este país, es un historiador del presente).

Buen ejemplo de este quehacer ficcional como historiador del presente mediante estas novelas de serie muy entretenidas (siguen el eficaz esquema de un crimen, una investigación, unos falsos culpables y un culpable) pero en las que los que llevamos leyéndolas desde aquella El lejano país de los estanques en la que se nos presentaron esos dos subinspectores de una unidad central de delitos judiciales de la Guardia Civil, Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro, como personajes de serie, sabemos que, además de entretenimiento, proporcionan verdad y sentido.

Y ahora regresa Lorenzo Silva con sus personajes intentando esclarecer el dos muertes simultáneas durante el confinamiento a causa de la peste del coronavirus.

Dos pesquisas de intriga y tensión

En Las fuerzas contrarias una de las investigaciones se refiere a la muerte de Caridad Ajofrín Yepes, jubilada, cuyo cadáver aparece en su casa en un pueblo cercano a Toledo. En el mismo vecindario, poco antes, hubo otras dos muertes, de dos ancianos, atribuidas al covid. La causa de la de Caridad, en principio, podría ser también la misma, pero hay muchas sospechas, que pronto se confirman, de que fue asesinada y su verdugo quiso ampararse en la coyuntura del virus mortal. ¿Fueron también asesinados los otros dos ancianos por idéntica mano? ¿Cuál fue el móvil? Ya no es posible hacerles la autopsia, pues fueron incinerados al haber engrosado, sin más averiguaciones, la muy nutrida lista de los fallecimientos por coronavirus.

La otra pesquisa se relaciona, como decíamos, con la desaparición de una mujer en Badajoz. Todo apunta a que fue asesinada por un vecino de su misma calle, Alfonso González González. En Badajoz, se instala como infiltrado el cabo Arnau, a las órdenes de Bevilacqua, para, con una falsa identidad, ganarse la confianza del sospechoso y descubrir si es un caso de la lacra de la violencia machista.

Así las dos investigaciones se van entrelazando en una trama de creciente intriga y tensión, servida con la maestría a la que nos tiene habituados Lorenzo Silva, en la que ha dado vida a dos personajes muy bien trazados también en lo psicológico, que acompaña con logrados secundarios. En esta novela que glosamos ahora el brigada López, que se ocupa del caso de los ancianos y ha pedido colaboración a Bevilacqua y su equipo, es uno de esos llamativos secundarios. Uno de los aciertos de la serie es que ni Bevilacqua ni Chamorro son estáticos ni planos. Presentan una personalidad definida, pero el paso del tiempo y los avatares les hacen evolucionar: “Todos acarreamos en nuestro interior a los varios o los muchos que hemos sido; de todos ellos se alimentan nuestras fortalezas y nuestras debilidades”, reflexiona Bevilacqua.

Pero un plus de Las fuerzas contrarias es que profundiza en la relación entre Rubén Bevilacqua, Vila, y Virginia Chamorro, haciéndolos aún más cercados: en esta novela se humaniza como en ninguna otra la figura del investigador criminal, y ése es uno de sus grandes hallazgos. 

Sin embargo en esta novela los lectores encontrarán los componentes que ya son santo y seña del autor: la energía criminalística glosada con rigor argumental, su naturalismo elegante, la prosa austera, cristalina, de sintaxis eficaz, la inteligencia serena con retazos lírico-meditativos que revelan y promueven una elegante, sofisticada y elaborada comprensión de la vida, su defensa sin radicalidad sino con naturalidad sobreentendida de España como realidad política diversa y de la Guardia Civil como institución, sus guiños a la historia (Alfonso X por ejemplo), los sorpresivos puntos de giro y su contrastada condición de intérprete de la realidad.

La lucha contra el mal

Pero en este título encontramos algo más: el autor, al contarnos la historia, nos está diciendo sin decirlo que esta vez Chamorro y Bevilacqua no trabajan solo contra el crimen, sino que luchan contra el mal.

De hecho he aquí la grandeza de esta novela: su condición de divertimento lúcido (divierte su vaivén entre lo macabro y lo irónico, y su saber combinar con equilibro lo peor y lo mejor de lo humano, una dosis de saber sobre criminología y otra sobre filosofía estoica) es rebasado como nunca lo hacen las novelas negras para centrarse en la humanidad de los investigadores y de la sociedad. Por eso en estas páginas todo está repleto de finura política y moral, y todo tiene un fondo esperanzado como la oración que la da título a esta obra, la cual en suma nos enseña que tras cada peste cíclica el mundo no aprende nada y sigue igual.

¡Por eso es la gran novela sobre la pandemia! De hecho para tratar tal tema esto podría haber sido una novela negra más, o una obvia distopía, pero en su lugar tiene formato y mimbres de episodio nacional a la vez entretenido y profundo, el cual opera como una historia del presente. La gran novela del confinamiento, desde luego, y para mí la mejor novela de las catorce de la serie de Chamorro y Bevilacqua que ya son los Episodios Nacionales de España durante los últimos tres años, esto es, durante nuestro presente.

Todo un logro. Pasen y lean.

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